miércoles, 27 de abril de 2011

Yo donde quiero vivir es en Rio

Después de pasar apenas 4 días en Rio, yo ya estaba segura que donde quiero vivir es en Rio de Janeiro, la ciudad más bonita del mundo según los cariocas. No hay nada que se le pueda comparar a Sao Paulo y es que siendo nativa de una ciudad costera, era de esperar que Rio me gustara mucho más… Definitivamente si existe una comparación con mi país, Sao Paulo sería Madrid y Rio de Janeiro, Barcelona.


















































Muchísimo más fácil orientarte y circular por la ciudad, por no hablar de las montañas verdes bajo un precioso cielo azul. Las playas, la gente, el deporte… Qué obsesión por el deporte!! Correr por el paseo, patinar con patines, skate o longboard, surf, kitesurf, voley, futvoley, fútbol y tíos extremadamente cachas haciendo musculación en las barras instaladas cada ciertos metros… Eso sí, bajo un sol que yo no entiendo como no a más de uno le pilla algo!! Obsesión!!
En las playas no hay persona que no tenga una cerveza o una caipirinha en la mano y su dieta deja bastante que desear a base de "fritangas" y pescado cocinado de todas las maneras habidas y por haber. Nosotros preferimos no cambiar nuestra dieta brasileña a base de picanha echa a la placha al momento!










































































Hemos pasado 4 días estupendos, bajo un sol radiante y un calor sofocante… El primer día estuvimos en la famosa playa de Copacabana y en Ipanema, muchísimo más conocida y popular aquí en Brasil. Cuerpos morenos allí donde dirigías la mirada y como no, con sus famosos tangas y culos brasileños. Pero los días siguientes preferimos escapar de la muchedumbre de las playas para ir a otras más tranquilas y donde además, podíamos hacer surf con nuestras nuevas tablas!! Eso sí, olas no muy aptas para principiantes como yo, que me hicieron sufrir más de un revoltillo…
























































Con la obsesión de tomar el sol para poder parecernos al máximo a los nativos, en cuanto salía el sol nos íbamos a la playa, lo que nos impidió poder visitar los sitios típicos de la ciudad. El domingo cayó el diluvio universal, pero por suerte el lunes amaneció bastante despejado. Nos perdimos el Corcovado que con sus brazos abiertos mantenía las nubes detrás de él lo que nos permitió poder subir al Pão de Açúcar con su peculiar funicular donde disfrutamos de unos cielos más que azules, el Jardín Botánico (una selva en medio de la ciudad) y callejear un poco por el Centro…












































































































































































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